"Curanipe, navegando en el tiempo"
(El arca maulina del padre Samuel Jofré Rojas)

miércoles, 20 de junio de 2007

La leyenda de la aldea de Pelluhue




En las tardes tristes y tormentosas de Pelluhue, los pescadores recuerdan esta leyenda:

“Vivía allí Curi-Cavern (Espino Negro), indio pescador, casado con una indiecita bella y hacendosa. La felicidad que siempre los acompaño fue mucho mayor cuando nació una hija a la que llamaron Rayen-Caven (Flor de Espino).

Pero un día esta dicha se vio perturbada con la muerte de su esposa, quedando la pequeña y hermosa niña, triste y desamparada; pues su padre tenía que ausentarse por largas jornadas en busca del sustento.

Pasaron algunos años y Rayen-Caven sufría mucho en su solitaria vida de niña huérfana de madre. Hasta que un día apareció Layquén-Ghuelmen (Jefe del Mar), una especie de genio marino, quien le propuso al padre criar a la niña hasta que cumpliese los 20 años, pero exigiendo como pago que en el día de ese cumpleaños debería casarse con él.

Obligado por su desamparo y debido a que la niña recién era una pequeña, su padre Curi-Caven aceptó la proposición de Layquén-Ghuelmen pensando que faltaban aún muchos años para que esto ocurriese. La niña siguió creciendo feliz y contenta, en tanto que su padre podía pescar tranquilamente y sin preocupación.

Pero como no hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague, la niña se fue transformando de a pocos en una hermosa mujer, convirtiéndose en la atracción de los jóvenes de la aldea.

Muchos fueron los pretendientes que intentaron conquistar su corazón, entre éstos, un joven llamado Necul-Ñaiqui (Gato Veloz), el que se prendó de ella y al ser correspondido le propuso hacerla su esposa.

Ante este romance pletórico de amor recíproco, el padre de Rayen-Caven no pudo darle el consentimiento como habría sido su deseo más profundo, pues el compromiso secreto que había contraído con Layquén-Ghuelmen se lo impedía. Sin embargo, en su interior cifraba la oculta esperanza de que éste se olvidase de su antigua petición y pudiera así su hija tomar por marido al que verdaderamente amaba y el que de seguro la haría feliz.

Layquén-Ghuelmen en cambio había contabilizado con la mayor precisión los años, los meses y los días transcurridos, siendo así que una semana antes de cumplirse el plazo, hizo su aparición por la aldea recordándole a Curi-Caven el pacto existente y su exigencia de cumplimiento.

El pobre y atormentado pescador creyó morir de pena cuando llamó a su ilusionada hija y a su novio para explicarles la causa que hacía imposible el que llegaran a convertirse en marido y mujer.

Rayen-Caven, destrozada ante tal relato de su padre, como buena hija, inclinó levemente su cabeza en señal de resignación. Ncul-Ñaiqui en cambio, no se conformó ni aceptó tan injusto como cruel anuncio; con la resolución propia de los enamorados, juró defender a su amada hasta las últimas consecuencias y desde ese instante no aceptó separarse de su lado ni un segundo. Si llegaba Layquén-Ghuelmen, allí estaría él para enfrentarlo.

Faltando seis días para que se cumpliese el plazo fatal y saliendo Curi-Caven como de costumbre a pescar, su hija y su novio con las manos entrelazadas quedaron silenciosos y apesadumbrados en el interior de la choza esperando la aparición de Layquén-Ghuelmen.

Nunca se supo si Necul-Ñaiqui se enfrentó con su poderoso rival, porque cuando estaba a su acecho, se desencadenó un ventarrón inexplicable... Nubes de arena y espantosos remolinos formaron montañas de ésta, las que avanzando implacables comenzaron a cubrir la aldea. Rugió la tormenta por varias horas, alcanzando a Curi-Caven y a los demás pescadores que se encontraba en plena faena mar adentro.

Cuando consiguió eludir el peligro de las gigantescas olas y recalando en la playa rápidamente se encaminó al lugar en donde se encontraba su choza, no pudiendo hallarla. Las dunas habían sepultado a la pareja de enamorados, víctimas de la ira del soberbio Layquén-Ghuelmén.”

La “Geografía Descriptiva de la República de Chile”, cuarta edición del año 1897 de la cual es autor don Enrique Espinoza, en su página 325, textualmente expresa lo siguiente con relación a Pelluhue:

“Pelluhue, lugar de baños, al S. De la bahía de Chanco, a 8 kms. al N. De Curanipe y 36 de la ciudad de Cauquenes, abundante en excelentes mariscos, sobre todo choros, que pueden competir con los famosos de la Quiriquina. Su etimología concuerda con el nombre y abundancia de este marisco. Viene de pellu, choro (mytili choru) y de hue, regió o lugar: lugar de choros.

Se proyecta prologar el ferrocarril de Cauquenes a la caleta de Pelluhue”.

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Canelo, Árbol Sagrado